Formación

Asdegal entiende que la formación de los voluntarios es fundamental, no solo para asegurar la calidad de la acción voluntaria sino también para ayudar a cada uno de ellos en su proceso de conocimiento y encuentro con personas socialmente vulnerables. Es por ello que la oferta formativa es heterogénea, incidiendo tanto en el itinerario educativo de cada voluntario como en el refuerzo del trabajo en equipo.


Las clases de formación tienen lugar los viernes a las 19.30h y los sábados a las 11.30h.



 La realidad actual y la acción voluntaria.

            En cualquier lugar de nuestro entorno, más cercano o más lejano, encontramos situaciones en las que determinados colectivos de la población sufren problemas cuya solución no siempre es fácil. Con frecuencia, las respuestas a estas problemáticas surgen de la propia sociedad civil. Personas que voluntaria y desinteresadamente, ayudan a mejorar las condiciones de vida de aquellos afectados por la pobreza, la marginación, la injusticia...


            La acción voluntaria cobra sentido ante las desigualdades que en el seno de la sociedad se generan, y que no pueden ser corregidos con la intervención de otros mecanismos.


            La participación ciudadana representa la intervención directa de la ciudadanía en actividades públicas. Representa la toma de conciencia por parte de cada individuo de la existencia de un problema en la sociedad, y su decisión de actuar para resolverlo. Esta actuación es directa, sin que intermedien las estructuras de la Administración Pública. Al organizarse estas personas que han tomado la iniciativa de participar activamente en la problemática de su entorno, al margen de la intervención del Estado, surgen las llamadas Organizaciones No Gubernamentales.


Qué es el voluntariado


            Por voluntariado, se entiende “el conjunto de actividades de interés general que, respetando los principios de no discriminación, solidaridad, pluralismo y todos aquellos que inspiran la convivencia en una sociedad democrática, se desarrollen por personas físicas para la mejora de la calidad de vida de otras personas o de la colectividad, con arreglo a los siguientes requisitos:


a) Que tengan carácter altruista y solidario.
b) Que su realización sea consecuencia de una decisión propia y libremente adoptada, y no traiga causa en una obligación personal o deber jurídico.
c) Que se lleven a cabo de forma desinteresada y sin contraprestación económica, ni de cualquier otra índole, sin perjuicio de los incentivos que legalmente puedan establecerse y pudiendo ser resarcido de los gastos originados por el desempeño de tal actividad.
d) Que se desarrollen a través de organizaciones sin ánimo de lucro y con arreglo a programas o proyectos concretos.


            La actividad voluntaria es, por definición, desinteresada y altruista. Por tanto, entre las motivaciones que moverán a una persona a ser voluntaria no estará el obtener un beneficio personal a cambio.


            Puesto que, también por definición, es una decisión propia y libre, también debemos destacar que en su motivación esté algún tipo de obligación personal o legal. No se es voluntario por decreto, sino porque uno quiere serlo libremente.
  
Como motivación sí encontraremos, probablemente, el deseo de querer cambiar a mejor la situación de otras personas, de sus semejantes. Esta ayuda no forma parte de un entretenimiento, sino que debe hacerse para realmente mejorar la calidad de vida de esas personas, con su consentimiento.


            La responsabilidad: ser voluntario también es consecuencia de ser consciente de que, al vivir en sociedad, todos somos mutuamente responsables.

Derechos y deberes del voluntario



            “El voluntariado es una manifestación social de gran dinamismo y con gran capacidad de captación y adaptación a las nuevas necesidades que se plantean y que nace del compromiso de la ciudadanía. Por ello, cada día es más necesario promover y coordinar el voluntariado desde postulados flexibles que permitan unas reglas básicas para el desarrollo de su acción”.


             La Ley de voluntariado “articula las medidas de apoyo, fomento y participación que permiten dar soporte a las distintas modalidades de solidaridad social, garantiza el respeto a los derechos de las personas voluntarias, delimita el régimen jurídico de quienes se integren en entidades que desarrollen actividades de voluntariado, establece los mecanismos de colaboración entre tales entidades y las administraciones públicas, favorece el desarrollo de la acción voluntaria en los distintos ámbitos de la vida ciudadana mediante fórmulas de colaboración, y, en definitiva, garantiza la calidad de la acción voluntaria para mejor cumplimiento de los fines que persiguen”.